ANÉCDOTAS


Papá era muy dulcero, al extremo de que prefería cuidarse del dulce de las comidas o del café con tal de tener un postre.

Lo ideal era el ate de membrillo, con queso fresco o sin él. Decía que era el manjar de los reyes romanos y algunas veces contaba cómo la señora con la que se hospedaban en Saltillo (creo que cuando estaba en la Normal, porque en su secundaria estuvo de interno en Campo Redondo con los misioneros), bueno, esa señora preparaba las palanquetas de ate de membrillo en sus cajitas de madera y las colocaba en sus estantes. Ellos en las noches tomaban de las de más atrás y se las llevaban a sus cuartos… Te digo “ellos” porque nunca escuche a papá que las cosas las hiciera en soledad, siempre hablaba en términos de grupo de colaboradores, de equipo. Disfrutaba los dulces de higo de Coahuila, y los dulces de tuna de San Luis.

Otro dulce que disfrutaban mucho él y mamá era la calabaza en tacha con leche fresca; decía que era la mejor merienda… o bien los camotes en tacha, luego los dulces de leche de Zuazua con tortillas de harina o en empanadas. Uno de sus amigos, Don Jesús Martínez, el jefe de una dinastía en ese lugar, siempre, desde que yo me acuerdo, enviaba para fin de año un cabrito asado y los dulces de leche. Ellos antes se habían reunido y habían tomado su tequila y botana con higaditos preparados en escabeche y cabecitas de cabrito. Si no mal recuerdo, esta tradición debió durar unos 30 años. Cuando don Jesús se enfermó, cerca de Navidad, lo fuimos a buscar a Zuazua y luego con una hija en la colonia Anáhuac. Lo encontramos, luego de tocar no sé cuántas puertas, platicaron, tomaron su tequila, no recuerdo la botana, pero sí que Don Jesús murió a la semana. Los amigos se vieron y sólo la muerte rompió el ritual y papá ya no quiso los dulces de leche de Zuazua.

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Su comida favorita eran los chiles rellenos o unos riñones que mamá cocinaba en vino blanco. También el cabrito en sangre, o bien, cuando estuvo enfermo, sólo el caldo y las sopas que la tía Etelvina cada día a las 12 o 12:30 llevaba al Hospital Civil, en pleno verano, y mamá tenía que pedir permiso especial con los médicos o si no él no comía. Tía decía que era un caldo de patas de pollo, recién hecho, con los polvos de Parás Nuevo León y el amor de Dios puesto en sus manos.

Le encantaban las tortillas de harina de sal, pero sobre todo las de azúcar. En su casa, todas las hermanas conservaron esta tradición. Yo recuerdo la casa de mi abuela, donde se hacían unos tres kilos diarios de tortillas de harina, tanto de azúcar como de sal. Para comer, huevos en salsa y frijoles negros recién hechos. Con frecuencia les pedía a las primas y tías Guajardo que le hicieran las hojarascas Guajardo, las cuales venían en unas cajitas de cartón; luego mi abuela Anita, la mamá de mamá, se las conservaba en una castaña por tres y seis meses, para el café de las noches en su oficina del Instituto Modelo de Enseñanza.

Su cerveza era Indio, y en una temporada tomaba whisky con agua mineral, sobre todo cuando estuvo en gobierno, y el tequila, una copita antes del medio día con unos cacahuates de cáscara. Ya al final de su vida tuvo que cambiar el tequila por vinos; un vino de membrillo que hacen en Saltillo o unos de frutas que le traían de la sierra de Puebla, y el vino tinto.


Por LÍDICE RAMOS RUIZ


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Humberto Ramos LozanoLa fotografía que yo guardo en el recuerdo lo muestra vestido de blanco con suéter de cuello tortuga, en una ceremonia a la bandera en el patio de tierra, rodeado de su cuerpo docente en la Escuela Modelo, de Piedras Negras, Coahuila. Era aquel fervor provinciano de la educación cívica de los niños, que no lo abandonó nunca. Con ellos jugaba -deportista declarado- basquetbol y enseñaba Historia de México. En memoria de aquélla fundó el Instituto Modelo de Enseñanza en Monterrey, donde por las noches de calor infernal, en camiseta, aprendía mecanografía en una máquina destartalada para enseñarla al día siguiente a sus alumnos. Es fama que si algún maestro faltaba, él lo sustituía, lo mismo en la clase de Matemáticas que de Español, de Inglés o Geografía.

Por RAYMUNDO RAMOS
(En: Los oficios de ser hombre, Monterrey, 2000, p. 158)